lunes, 27 de noviembre de 2017

Día Internacional Contra la Violencia de Género

El pasado sábado, 25 de noviembre, vivimos como las calles de toda España y de numerosos países de nuestro entorno, proclamaban al unísono poner fin a la violencia de género. He considerado interesante publicar el trabajo realizado por una alumna de 2º de Bachillerato, del I.E.S. Diego Tortosa, ya que explica, de manera muy clara, una de las principales raíces de este problema. 



Normalmente cuando nos preguntan acerca de la violencia de género pensamos en una agresión física de un hombre a una mujer, más no debemos olvidar que el maltrato psicológico puede ser incluso más dañino e irreversible, y que no hay que centrarnos  únicamente en los casos de las víctimas femeninas, ya que nos referimos tanto a la sufrida por mujeres como por hombres, aunque es un dato verídico que los casos contra mujeres son mayoritarios.

En cuanto a las causas por las que se llega al extremo de acabar con una vida humana o simplemente humillar, manipular, degradar o controlar son variadas, aunque usualmente responden al mismo patrón: “por amor”. A mi parecer la raíz del problema radica en la infancia puesto que nuestra visión del mundo va a depender mayoritariamente de nuestra educación en los primeros años de vida, si desde que tenemos uso de razón ya nos dan unas pautas de comportamiento según nuestro sexo, ya creamos una barrera, quedando por un lado los niños fuertes y protectores a los que les gusta jugar al fútbol y por otro lado las chicas débiles y calladas a la espera de que otro las defienda cuyo único pasatiempo debe ser jugar a las muñecas o alguna otra actividad relacionada con el trabajo del hogar. Otra de las causas puede ser el nefasto pensamiento de que una relación amorosa implica que la otra persona es de tu propiedad, una idea la cual es tremendamente errónea y nos lleva por el camino de los celos, del control total sobre la otra persona con afán de saber: qué, con quién y cuándo, en todo momento. Esto es simplemente el desencadenante de una serie de comportamientos obsesivos en los que cuando la otra persona se enfrente o no haga lo que deseas, toda la felicidad y amor recíproco detonará en violencia de género, claro está que hay diferentes grados, partiendo de un empujón y terminando por un asesinato, si hablamos de agresión física. En el maltrato psicológico el fin del autor es coaccionarte para que finalmente cumplas sus deseos, en este caso no te agrederá físicamente pero si será capaz de darte donde más te duele de forma indirecta, por ejemplo, herir a un ser querido o hacer uso del chantaje, y siempre con la intención de hacerte sentir inferior mientras él posee todo el poder ¿es más doloroso que una paliza? Probablemente sí, pues un dolor físico con el tiempo se desvanece, la destrucción psicológica puede inducirte al suicidio siendo esta la única válvula de escape ante una realidad repleta de devastación, cohibición y dolor constante.

La solución idónea sería una utopía en la que hombres y mujeres se viesen como iguales sin hacer distinción alguna entre qué actividades, colores, o gustos deben tener, y que no sean directamente proporcionales los celos al amor. Pero como ya he dicho esto no es más que el anhelo de una sociedad perfecta y justa donde no hay lugar para conflictos y reina la armonía. Mas teniendo en cuenta lo mencionado en el párrafo anterior estos comportamientos radican en la niñez, período en el cual adquirimos conocimientos y estamos libres de prejuicios. Quizá no se consiga cambiar a toda una sociedad, pero si todo aquel que lea esta mera opinión comparte mi propósito, difundiendo y poniendo en práctica la enseñanza de conocimientos sin etiquetas y roles previamente establecidos por la sociedad, aportaría un granito de arena pudiendo engendrar una gran montaña, pues “la constancia es un puente entre el deseo y la realización” dijo Luis Señor.

Alicia Hita Ruiz
Alumna de 2º Bachillerato

Curso 2017/18

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por contribuir a mejorar y enriquecer este blog.

Joaquín Ruiz Abellán