El próximo día 28 de junio de 2017, se va a celebrar un Simposio Internacional sobre Innovación Aplicada, en especial, al mundo de la educación. En la sesión Historias que nos unen, me corresponde realizar la presentación: ¡A la búsqueda del alumno perdido!, compartiendo de esta forma mi experiencia en el aula con mis alumnos. El citado evento está organizado por ESIC y se celebrará en la ciudad de Valencia, entre los días 28-30 de junio.
A continuación, está a vuestra disposición un enlace al programa:
Enlace al post elaborado para presentar y difundir la ponencia:
Enlace al Prezi elaborado para acompañar a la presentación:
Texto íntegro de la Ponencia:
¡A la
búsqueda del alumno perdido!
RESUMEN
La profesión docente es una gran aventura, los retos son continuos
y apasionantes. La sociedad experimenta cambios vertiginosos, lo que hace
que tengamos que estar alerta para poder conectar con nuestros alumnos,
obligándonos a acercarnos a sus necesidades y realidades del contexto
social, que les ha tocado vivir. Estamos formando a la “Generación Z”, con unos
rasgos y peculiaridades que exigen un cambio en la práctica docente, si
queremos captar su atención e interés por aprender. Sin embargo, la educación
es uno de los ámbitos sociales a los más le cuesta cambiar y tiene en frente un
mundo tecnológico, diverso y complejo al que debe dar respuesta.
Hoy en día, lo fácil es que los alumnos que son “buenos
estudiantes”, responsables, autónomos y constantes en su trabajo, no
tengan dificultades en seguir nuestras clases y el ritmo que les hemos
puesto. Pero, pensemos un poco, ¿no
es esto pura comodidad y complacencia?, ¿podemos salir de nuestra zona de confort?
Por ello, se ha considerado necesario realizar una profunda reflexión para
reorientar nuestra labor como profesores. En consecuencia, nos hemos marcado
como objetivo buscar al alumno perdido, aquél que le cuesta estudiar, que tiene
posibilidades de no acabar sus estudios y engrosar las listas de abandono y
fracaso escolar. Dicho perfil, nos servirá como modelo para iniciar un proceso
de mejora que enganche a estos alumnos y que nos permitirá poder trabajar con
el resto del grupo de clase, con ello, evitaremos, en la medida de lo posible, dejar
por el camino a alumnos, que, de lo contrario, no tendrían interés y motivación
por formarse.
PALABRAS CLAVE
Aprendizajes Basados en el Pensamiento // Aprendizaje
Dialógico // Aprendizaje Basado
en Proyectos // Proyecto Classmate Guide // Inteligencia Emocional //
Motivación en las aulas // Comunicación asertiva.
ABSTRACT
Teaching is a great adventure, the challenges are constant and exciting.
The society undergoes vertiginous changes, therefore we have to be alert and be
able to connect with our students, focus on approaching their needs and
realities to the social context where they live. We are educating the
"Generation Z", whose features and peculiarities require a change in
teaching practice that leads to capture their attention and interest in
learning. However, education is pretty difficult to change and it is a
technological, diverse and complex world challenging to give an answer.
Nowadays, the students who are "Good", responsible, autonomous and constant in their work, easily follow our classes and pace. But, we wondered, does it mean comfort and complacency? Can we get out of our comfort zone? Then, we have carried out a deep reflection to redirect our work as teachers. As a result, our goal is finding the ”lost” student, the one who has difficulties studying, who is probably thinking of giving up and increase the statistics of school dropout and failure. This student profile will serve us as a model to improve and it will help to engage them, likewise it will allow us to work with the rest of the class, thereby avoiding, as far as possible, to leave students on the way, which otherwise would not have interest and motivation to learn
KEY WORDS
Learning Based on
Thought // Dialogic Learning // Project Based Learning // Classmate Guide
Project // Emotional Intelligence // Motivation in classrooms // Assertive
communication.
1.- INTRODUCCIÓN
“Existe
en el corazón humano una generación perpetua de pasiones, de tal manera que la
ruina de una coincide casi siempre con el advenimiento de otra”. F.
Rochefoucauld (1613-1680).
En nuestras aulas estamos formando y educando
una generación que nada tiene que ver con la nuestra, Generación X. Hace unos
años trabajamos, con gran esfuerzo e inquietud con la Generación Y o
Millennial, la cual ha deja de ser tan “cool” y ha quedado desplazada por la
Generación Z. Es cierto que estas generaciones tienen patrones de conducta y
demanda parecidos, que nos sirven de base para el desarrollo de nuestra
práctica docente, pero también presentan rasgos propios que nos exigen innovar
y estar al día para dar una respuesta más personalizada a las necesidades de
nuestros alumnos, de lo contrario estaremos más alejados de ellos. Más aún,
cuando tenemos como reto ir reduciendo las tasas de abandono y fracaso escolar
y hacer frente al problema de motivación y desafección de los alumnos al mundo
académico y del conocimiento.
Hemos de tener presente que los alumnos de la
Generación Z (nacidos entre 1995-2015, en pleno auge del mundo digital) están
acostumbrados a comunicarse mejor con imágenes; trabajar en entornos
multipantalla; más que crear contenidos prefieren compartirlos; son muy
realistas, aunque su punto de enfoque no
es el presente sino el futuro; trabajan bajo la motivación de obtener el éxito
personal; se informan a través de las redes sociales y video-tutoriales; usan
un vocabulario lleno de acrónimos y anglicismos; se consideran abiertos de
mente e innovadores, pero impacientes y testarudos, les cuesta liderar
proyectos, exigen rapidez y conectividad y, para ellos, es más sencillo chatear
que hablar, sus amigos de las redes sociales son tan importantes como los de la
vida real.
Ante este perfil, nos cabe preguntarnos si
hemos realizado un cambio en nuestra labor docente para atraer la atención y
dar respuesta a nuestros alumnos. Ante esta cuestión consideré necesario
iniciar una transformación en mi manera de trabajar y desarrollar el día a día
en las aulas. Es por ello, que consideré necesario ponerme manos a la obra y
marcarme una hoja de ruta que contemplaba siete pasos o tareas encaminadas a introducir
una serie de metodologías, herramientas pedagógicas y proyectos consistentes
en:
1.- Analizar el perfil de mis
alumnos de la Generación Z.
2.- Mejorar la comunicación en el
aula, partiendo de un lenguaje asertivo y empático.
3.- Desarrollar el uso de la
inteligencia emocional en el aula, sin olvidar las técnicas de motivación y
autoestima.
4.- Implantar el Aprendizaje
Dialógico.
5.- Diseñar Aprendizajes Basados
en Proyectos ligados a los intereses reales de mis alumnos.
6.- Establecer el Aprendizaje
Basado en el Pensamiento. Rutinas, destrezas y llaves del pensador.
7.- Crear tutorías con compañeros
guía o tutoría entre pares.
Mi misión, no es trabajar el uso y
herramientas vinculadas a las TIC’s, ya que es una competencia clave que
trabajo diariamente, más aún, cuando nuestros alumnos del centro usan iPads y
libros digitales, bajo el Proyecto Aulas Inteligentes, en el que trabajamos conjuntamente
las Inteligencias Múltiples. Mi atención debía dirigirse en convertir al alumno
en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje, captando su atención e
interés por desarrollarse como persona, prepararlo para la vida adulta, transmitirle
valores éticos, juicio crítico y la emoción de aprender a aprehender.
Tengamos muy presente que la sociedad está experimentando
cambios vertiginosos y nosotros, como pilar fundamental de la misma, hemos de
seguir apostando por la innovación educativa para no quedar desconectados de
todo este proceso revolucionario.
2.- OBJETIVOS
-
Desarrollar
prácticas docentes motivadoras y cercanas al alumno de la Generación Z.
-
Tomar como
base el ritmo y exigencias de alumnos rezagados y con escaso interés por los
estudios para revertir esta situación y que sirvan de modelo para el resto de
grupo del aula.
-
Desarrollar
en las aulas nuevos modelos de tutoría entre pares, dejando gran protagonismo a
los propios alumnos y compañeros del aula.
-
Potenciar la
comunicación asertiva, el aprendizaje dialógico, el trabajo cooperativo y el
espíritu crítico entre nuestros alumnos.
-
Mostrar los beneficios
que reportan herramientas y metodologías vinculadas a aprendizajes por
proyectos, aprendizajes basados en el pensamiento, inteligencia emocional o
aprendizaje dialógico.
3.- MÁS DE LO MISMO O APUESTA POR LA
INNOVACIÓN
“Si insistes en permanecer en tu zona de confort, no irás muy
lejos.” Catalina Pulsifer.
Me acuerdo de mi primer año de docencia,
observaba a mis alumnos, cada uno con una historia personal y unos ritmos de
aprendizaje muy diferentes. Era fácil trabajar con “buenos estudiantes”, de los
que los resultados académicos les eran positivos, de hecho, mostraban su
responsabilidad, constancia y autonomía al resto de la clase y servían de
modelo al resto. Los errores no servían para aprender y había que huir de ellos
como si fuesen una plaga de Peste Negra. Pero, al realizar el balance de cada curso
académico, siempre me hacía la misma pregunta: ¿por qué cada año va aumentando
el número de alumnos con los que no termino de conectar?, ¿por qué tengo la
sensación de que cada vez se aburren más de venir al Colegio y son más reacios
a aprender?
Era necesario plantearme un cambio en mis
diseños de clase, cambiar mis objetivos y herramientas educativas y poner el
punto de mira no en esos alumnos modelo, sino que tenía que empezar a mirar que
estaba sucediendo en el otro extremo, que representa a aquellos alumnos en los
que todavía no he logrado conectar y llamar su atención.
Mi primera tarea consistió en analizar el perfil de mis
alumnos, el cual en nada se parecía al de mi tiempo como estudiante ni a
los alumnos que tuve los primeros años de docencia. En las aulas de hoy, estoy
rodeado de alumnos que vienen de un entorno 100% digital. Los libros de texto
no les atraen y las clases magistrales les aburren, no encuentran sentido estar
haciendo ejercicios, día a día, del libro, lo consideran rutinario y poco
atractivo, por lo que no aprenden.
Además, en clase les cuesta mantener un
mínimo de atención, no tienen una habilidad clara para hablar y exponer sus
ideas y no saben comunicarse con naturalidad entre ellos, de hecho, siempre acaban
recurriendo a la misma frase: «bueno no
sé cómo explicarme, te lo cuento luego por WhatsApp».
Ante este panorama tenía dos opciones: seguir
con más de lo mismo o apostar por la innovación.
Poco a poco fui comprendiendo, aunque no
compartía, el perfil de esta Generación Z, acostumbrada al móvil y tabletas.
Ahora tenía que trabajar con ellos de una manera diferente. Antes de asimilar
que iba a pasar del libro tradicional a los libros digitales, de la pizarra
encerada a la pizarra interactiva y al vídeo-proyector, tenía que trabajar un
aspecto básico, ligado a la comunicación en el aula, el aprendizaje dialógico y
comunicación asertiva.
Mi segunda tarea se centró en mejorar la comunicación en el
aula, tomando como referencia el desarrollo de un lenguaje asertivo y
empático.
Quería llegar a mis alumnos que están atravesando
problemas psico-afectivos en casa, como consecuencia de la falta de atención de
sus padres debido a la problemática de la conciliación de la vida familiar y
laboral, las separaciones y recomposición de familias, la falta de control
emocional, entre otras. En la mochila, a las ocho de la mañana, lo primero que
sacan de ella, no es el iPad y sus libros digitales, ni el cuaderno, sino la
multitud de problemas que traen de casa. Se hace necesario un nuevo lenguaje
que permita empatizar con su mundo y vean que en el centro educativo nos
preocupan, que les podemos ofrecer alternativas, que estamos para ayudarles en
lo personal y en lo académico. El profesor debe trabajar en el aula habilidades
psicológicas, habilidades sociales, de comunicación, autocontrol y solución de
problemas. El docente, tiene un papel decisivo en el proceso formativo y humano
de los alumnos que están a su cargo, pues sin duda, sus decisiones y su
comportamiento tienen una enorme influencia en los alumnos a los que enseña.
Esta influencia, puede ser beneficiosa o perjudicial y éste debe prepararse
para conseguir un buen funcionamiento psicológico y crear un buen clima de
clase que favorezca, por un lado, el mejor aprendizaje posible y,
paralelamente, el desarrollo de pautas, comportamientos y valores que
contribuyan a la formación integral de nuestros alumnos como para generarles
bienestar y felicidad. En una etapa, la adolescencia, de búsqueda de identidad
y, en muchas ocasiones, de descontrol, el docente debe ser un ejemplo de
control emocional y un agente resolutivo de problemas. Ha de tener una actitud
constructiva y positiva, enseñando a respetar a sus compañeros, potenciando la
cooperación, el diálogo y la comunicación en beneficio de toda el aula.
Los alumnos necesitan estar integrados para tener un buen
rendimiento escolar, y esta integración no sólo se refiere a la integración
personal sino a la social. La familia, los amigos, los compañeros de clase, el
resto de profesores, en definitiva, todas y cada una de las interacciones que
se desarrollan cada día conforman esa trama emocional y social. Este espacio de
interacción es, ante todo, un lugar de aprendizaje, donde se hace prioritario
que nuestros alumnos aprendan a comunicarse, mediante el empleo de habilidades
verbales y no verbales a la hora de expresarse y relacionarse.
Ni que decir tiene, que existen, distintos tipos de comunicación: la
comunicación intrapersonal, interpersonal y la grupal. La comunicación
intrapersonal debe enfocarse, desde nuestra labor docente, para que nuestros
alumnos sepan madurar el diálogo interno que cada persona tiene consigo mismo, mejorando
la forma de hablarse, criticarse o animarse. Es muy importante reconocerlo y
aprender a dominarlo pues, en caso contrario, puede perjudicar gravemente el
rendimiento nuestros alumnos. La comunicación interpersonal, donde se produce
una comunicación, verbal y no verbal. Hemos de enseñar a nuestros alumnos a
tener una comunicación fluida, que sepa evitar los ruidos y distorsiones a la
hora de percibir los mensajes. Por último, la comunicación grupal se refiere a
la comunicación del profesor cuando se dirige a toda la clase, donde la información
que ofrece debe ser comprendida por todos, para ello, es preciso saber
comunicar positivamente, motivar, empatizar, ser consistentes o coherentes,
practicar la escucha activa, utilizar un lenguaje asertivo, directo, simple y
emocional.
Una vez trabajadas las dos primeras tareas,
se hacía necesario dar un nuevo paso, ligado a la inteligencia emocional.
Mi tercera tarea, lograr desarrollar un mayor uso de la
inteligencia emocional en el aula.
Las relaciones sociales
virtuales definen la forma en la que nuestros alumnos de la Generación Z
conocen gente y se relacionarán el día de mañana. En un futuro cercano
conocerán más gente vía Internet que de forma presencial, con sus ventajas e
inconvenientes correspondientes, ya que conocerán a un mayor número de
personas, pero la seguridad al conocer a éstas por la red es muy relativa y
pueden encontrarse con situaciones no deseadas. Otro peligro con el que se
pueden encontrar es la adicción o el uso excesivo de estas redes: la
socio-adicción. Sin duda, caer en el abuso
patológico de las tecnologías supone la merma de la calidad de las relaciones
personales, familiares y sociales.
De hecho, debido a su aislamiento social, la Generación Z
está carente de Inteligencia Emocional y de habilidades para manejar
habilidades socio-afectivas. Temen hablar y tienen problemas para realizar
presentaciones orales o grupales, no se sienten capaces de liderar proyectos o
ideas grupales. Adicionalmente, están preocupados sobre el fracaso, no han
aprendido que el fracaso es parte del éxito.
Los beneficios de la inteligencia emocional en el aula son más que
evidentes, he podido constatar como mejora el autoconocimiento y la toma
decisiones entre mis alumnos, aumenta el rendimiento escolar, las relaciones
interpersonales son más positivas, favorece el desarrollo personal y el
bienestar psicológico (autocontrol, reducción de ansiedad, mayor nivel de autoestima
y motivación, entre otros), les permite capacidad de influencia y liderazgo,
aspecto este último, que se hace necesario entre los alumnos de la Generación
Z, ya que muestran un escaso interés liderar proyectos e ideas.
Por todo ello, fui consciente de lo importante y urgente que era
trabajar en el aula con nuevas herramientas ligadas al aprendizaje dialógico,
trabajo cooperativo, aprendizaje basado en proyectos y aprendizaje basado en el
pensamiento. En todos ellos, el alumno adquiría un mayor protagonismo en el
proceso de enseñanza-aprendizaje, me permitía contar con alumnos que empezaban
a motivarse, ser más creativos, críticos, autónomos y con mayor interés por
aprender. Comenzaban a sentirse útiles e identificados o integrados en el grupo
de clase.
Mi cuarta
tarea, implantar el aprendizaje dialógico como
vehículo conductor de mis clases.
Es obvio que el profesor ha dejado de ser fuente central de
información, donde la construcción del conocimiento está siendo, cada vez con
más claridad, un actividad colectiva o grupal. Es por ello, que hemos de
potenciar la colaboración y el diálogo en el aula, de hecho, las interacciones
entre nuestros alumnos con distinto nivel de competencia, benefician a los que
cuentan con más nivel y a los que presentan un nivel más bajo. Es interesante
cuidar la distribución del espacio físico de las aulas, realizar estudios de
detección del desarrollo de las inteligencias múltiples en nuestros alumnos y
formar grupos de trabajo donde se recoja una variedad de las mismas, permitiendo
que cada uno de ellos pueda aportar un valor diferenciado. De este modo
demostraremos que la diversidad en el aula no es un obstáculo para aprender,
que se hace necesario formar grupos de trabajo cooperativos en los que cada uno
de sus integrantes tiene algo que aportar y decir.
No podemos pasar por alto, según la concepción dialógica del
aprendizaje, que para que puedan aprender nuestros alumnos hemos de crear
situaciones de interacción, en la que el diálogo fluya de manera
multidireccional, en una relación de igualdad y no de supremacía y
unidireccionalidad. Esto significa que todos los miembros del aula o cada
grupo, en que se subdivida la clase, tiene conocimiento para aportar ideas,
opiniones y conocimientos. Esto hace que aumente el nivel de autoestima de
todos sus integrantes, se trabajen valores como la igualdad, el compañerismo y
la solidaridad, se sientan centro de atención, promueve el intercambio verbal y
la construcción del conocimiento. De hecho, le obliga a la autoevaluación, le
ayuda a sintetizar, organizar y clarificar ideas, disminuye el temor a la
crítica y el poder expresarse libremente, se practica la escucha activa y
empatía, crea sinergias y permite estar más motivados por aprender. Además, se
mejora el clima de convivencia en el aula y se pone en marcha un elemento, que
estaba empezando a estar en desuso, como es la comunicación directa entre
compañeros.
De hecho, a lo largo de estos tres años de aplicación del
aprendizaje dialógico en el aula, he podido comprobar cómo se ha podido
aumentar el nivel de interacción entre mis alumnos que tienen expectativas
académicas altas, con otros que han estado rezagados y que tenían, en un
inicio, unas expectativas más bajas, lo que ha supuesto que se esté mejorando
progresivamente su rendimiento escolar.
Mi quinta
tarea, diseñar aprendizajes basados en proyectos.
Pues se trata de un método de enseñanza-aprendizaje centrado en el alumno, en el que
éste adquiere conocimientos, habilidades y actitudes a través de situaciones de
la vida real. Su finalidad es formar estudiantes capaces de analizar y
enfrentarse a los problemas de la misma manera en que lo hará durante su
actividad profesional, es decir, valorando e integrando el saber que los
conducirá a la adquisición de competencias profesionales.
La característica más innovadora
del ABP es el uso de problemas o retos como punto de partida para la adquisición
de conocimientos nuevos y la concepción del estudiante como protagonista de la
gestión de su aprendizaje. Se pretende que el estudiante construya su
conocimiento sobre la base de problemas y situaciones de la vida real y que,
además, lo haga con el mismo proceso de razonamiento que utilizará cuando sea
profesional.
Mientras que tradicionalmente
primero se expone la información y posteriormente se intenta aplicarla en la
resolución de un problema, en el ABP, primero se presenta el problema o reto, luego
se identifican las necesidades de aprendizaje, se busca la información
necesaria y finalmente se vuelve al problema., pues el ABP se fundamenta en el
paradigma constructivista de que conocer y, por analogía, aprender implica ante
todo una experiencia de construcción interior, opuesta a una actividad
intelectual receptiva y pasiva.
Mi sexta
tarea, establecer el aprendizaje basado en el
pensamiento como rutina.
Esto se debe a que tengo plena convicción de
que mi misión como docente, no es tanto enseñar al alumno una multitud de
conocimientos que pertenecen a campos muy especializados, todo lo contrario,
nos debe preocupar enseñarles a aprender a aprehender, para que el alumno
llegue a adquirir una autonomía intelectual. Esto se puede lograr atendiendo al
desarrollo de rutinas, destrezas y llaves de pensadores, tomando como base el
pensamiento crítico dentro del aula.
Obviamente, las rutinas de pensamiento son estrategias breves y fáciles de aprender que
orientan el trabajo de los estudiantes y dan estructura a las discusiones de
aula, complementando mi trabajo de aprendizaje dialógico.
Si se practican con frecuencia y flexibilidad, acaban convirtiéndose en el
modo natural de pensar y operar dentro del aula, se convierte casi en algo
innato. De esta forma lograremos que nuestros alumnos hagan visible su
pensamiento, permitiendo un mayor nivel de motivación y adquisición de los
contenidos, habilidades y procedimientos, además de poder contribuir a generar
movimientos de pensamiento concretos. Tampoco, podemos olvidar que estas
estructuras permiten que los alumnos inicien, discutan, exploren documentos y
gestionan su pensamiento, a la vez que descubren modelos de conducta que les
permiten utilizar la mente para generar pensamientos, razonamientos y
reflexiones. En suma, las rutinas de pensamiento son un maravilloso activador
de la mente humana.
Por su
parte, las destrezas de pensamiento suponen un grado cognitivo más exigente que en el caso de las rutinas, ya que
permiten realizar un tipo de pensamiento de manera cuidadosa con habilidad, las
ideas están un poco más elaboradas y se apoyan siempre en organizadores
gráficos para hacer visible el pensamiento. En por ello, que me he dado
cuenta de que mi trabajo como docente debe dirigirse a crear un ambiente deliberativo,
de ahí que en mis pasos previos haya trabajado el aprendizaje dialógico, creando
de esta manera estrategias, prácticas guiadas y entrenamientos, en la que la
creatividad y el juicio crítico se han convertido en elementos esenciales.
Para
finalizar la presente propuesta, indicar que considero necesario poner en
práctica las llaves de los pensadores. Para ello, he tomado como modelo de
implantación las propuestas realizas por Tony Ryan, el cual crea 20 llaves que nos ayudarán a poner en práctica en
nuestras aulas estas rutinas, las cuales podemos usar en su conjunto o de
manera independiente, dependiendo del objetivo a conseguir.
Mi séptima
tarea, crear un nuevo modelo de tutoría, donde los
alumnos sean los grandes protagonistas de su proceso de enseñanza y
aprendizaje, en la que compartan con sus experiencias e inquietudes estrategias
que les están funcionando o muestren sus errores para que de ellos podamos
aprender todos.
Con ello, he pretendido realizar una pequeña
revolución en mis clases de tutoría, al crear y desarrollar el proyecto
Classmate Guide o Compañero Guía. El objetivo del mismo es que exista un
proceso de aprendizaje y ayuda entre iguales. Alumnos de clase,
responsables, con alta motivación por los estudios, con facilidad para obtener
resultados académicos buenos, ayudan a compañeros con dificultad en el proceso
de aprendizaje, colaboran con ellos en las tareas más complejas, les motivan,
llevan un control de sus trabajos y están pendientes de que sus resultados
académicos mejoren, se convierten, de esta forma, en guías de sus compañeros,
tutores entre iguales. Además, pretendemos que se fomente el trabajo en
equipo, mejore el ambiente de trabajo, los valores de solidaridad, empatía y
compañerismo. Tampoco se han olvidado aspectos relacionados con la
socialización y el desarrollo de habilidades sociales.
En las sesiones de tutoría se hacen evaluaciones de los resultados
y se marcan retos y pautas a seguir a lo largo del curso, además, en plenario
se proponen ideas y propuestas comunes para toda el aula, una vez más los
errores de cada uno se convierten en verdaderas lecciones de aprendizaje. Pues
como nos dijo Charles Dickens: “Cada fracaso enseña al hombre algo que
necesitaba aprender”.
4.- CONCLUSIONES
A lo largo mi trabajo he expuesto 7 misiones,
que se han convertido en mi estilo de trabajo y práctica docente. Se trata de
un proceso dinámico que se retroalimenta de la experiencia y el trabajo diario,
que está sometido a un continuo proceso de mejora y cambio, pero que me está
sirviendo para poder desarrollar en el aula proyectos de investigación que
permiten favorecer que mis alumnos adquieran con mayor éxito las competencias
clave, se potencie el aprendizaje significativo contextualizado al mundo que
les ha tocado vivir a la Generación Z, conseguir que ellos sean más autónomos,
estén más motivados, menos reacios al mundo académico, sean más creativos,
participativos, curiosos y críticos, a la vez que más solidarios, cooperativos,
despiertos y en alerta ante una sociedad que les genera incertidumbre y, en
ocasiones, rechazo.
La innovación en el proceso de
enseñanza-aprendizaje se hace muy necesaria para poder seguir el ritmo que nos
demanda la sociedad y nuestros alumnos, es por ello, que he de seguir buscando
herramientas y metodologías que me permitan no quedarme atrás. Que me permitan
buscar al alumno perdido, el cual hace tiempo decidió desconectar de mis
clases, al no sentir la atracción y el interés por aprender.
En suma, podemos aprender entre todos a
innovar porque, no nos engañemos, ésta es una combinación de interés,
constancia, actitud, habilidad y destreza.
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